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Itinerario |
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Vista desde el aire la provincia de Reggio Calabria, punta
extrema de la bota italiana, es una enorme montaña acariciada por el
mar. El Aspromonte entre Palmi y Capo Zefirio, en el sur de Locri,
llega al mar con sus contrafuertes, que se transforman en colores
sugestivos de los fondos marinos; al norte abraza por un lado la
Piana di Gioia Tauro, con sus amplias terrazas que degradan verdes
olivares y de cítricos, entre S. Cristina y Delianuova, por el otro
lado de Melia, su derivación que se alarga como un largo brazo hasta
los confines de la provincia de Vibo Valentia. El Aspromonte es el
elemento principal de la provincia que domina gran parte del
territorio y todavía hoy , gracias al Parque Nacional, está
custodiado de grandes forestas, de cursos de agua que se precipitan
al valle con sugestivas cascadas que forman lagos, o también
desaparecen en las profundidades de los ríos. Pero también el mar
está en todas partes, fascinante, con sus colores, sus luces. Playas
cálidas y larguísimas que trazan sus contornos, abriéndose paso
hacia la cercanísima Sicilia y al majestuoso Etna, que son parte
integrante del paisaje, visible desde la primera parte de la Costa
Viola, desde Palmi al Aspromonte.
Una provincia rica de contradicciones, a partir de los colores ora
violentos, ora dulcísimos: el violeta del mar Tirreno, el tenue azul
del Jónico, el verde intensísimo de los brezales en las pendientes
rocosas de Scilla y Bagnara, el verde de los cítricos, por toda la
llanura. Y no sólo colores, sino también perfumes: el dulce jazmín
de la rivera jónica, el fuerte orégano a lo largo de las barrancas
que dan al monte, y una cantidad increíble de hierbas medicinales,
el olor del mar, cargado de humores balsámicos que se mezclan, a lo
largo de la rivera, el dulce áspero de los cítricos y de la
bergamota, que crece sólo en este territorio, y el aceite de oliva
apenas molido. |
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